Esta entrada difiere en mucho, de las que los seguidores de odisea2008 están acostumbrados a ver en la página. Se trata de un articulo divulgativo sobre la información que se promovió durante la Ilustración en España para intentar mejorar el rendimiento agrícola, artesanal e industrial del país, que en ningún caso estaba a la altura de otros países europeos como Inglaterra, Francia, Alemania…etc.
Me he basado para ello en tres fuentes principales:
La primera una magnifica Tesis Doctoral:
LA INFORMACIÓN AGRARIA EN ESPAÑA.DESDE SUS ORÍGENES HASTA LA AGENDA 2000. MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Yanet Acosta Meneses Bajo la dirección de la doctora: María Dolores Saiz Madrid, 2007 ENLACE
La segunda “Memorias instructivas, y curiosas sobre agricultura, comercio, industria, economiá, chymica, botanica, historia natural, &c. Sacadas de las obras que hasta hoy han publicado varios autores extranjeros” recopiladas por Miguel Gerónimo Suárez y editadas entre los años 1778 y 1786 de la cual les dejare más adelante los enlaces a los tomos que he podido encontrar en línea.
La tercera dos tomos de mi biblioteca personal (en papel se entiende) “Semanario económico, compuesto de noticias prácticas, curiosas y eruditas de todas las ciencias, artes y oficios, traducido y extractado de las Actas, Bibliotecas, Observaciones, Efemérides, Relaciones, Misceláneas, Diarios, Enciclopedias, Historias, Memorias, y Disertaciones de las Academias de Europa y de muchos otros autores de fama: franceses, ingleses, italianos, alemanes etc.” Recopiladas por Don Pedro Arauz y a su muerte por Don Juan Biceu editados entre los años 1765 y 1778.
Comenzare por una introducción general muy resumida al panorama económico, técnico y comercial español del siglo XVIII, extractada de la primera fuente indicada. Posteriormente les presentare algunas páginas de muestra de las fuentes segunda y tercera.
La Ilustración fue una corriente cultural basada en la razón y en el avance de la ciencia y de la técnica que se extendió por toda Europa y gracias a la que se promovió el cambio de la sociedad estamental a la de clases.
El movimiento ilustrado entró en España con los Borbones y el objetivo de sus seguidores era el regenerar el país. Entre sus principales apuestas se encontraba la de aumentar la productividad agrícola para conseguir el progreso económico, para lo que era necesario difundir la instrucción práctica y la enseñanza de ciencias útiles.
La situación económica del pueblo llano era en general miserable, los menús humildes distaban mucho de la abundancia que exhibían los de reyes y nobles. Según Lorenzo Díaz, esta era la dieta habitual:
“un desayuno de pan fresco, después de lo cual el pan sobrante y otros ingredientes se guisaban en un puchero. Frío o caliente, dependiendo del precio del carbón, este puchero constituía tanto la comida como la cena”.
La precariedad y la miseria eran las notas dominantes de la mayor parte de la sociedad española, lo que preocupó a los ilustrados, grandes aficionados a los viajes, gracias a los que vieron de primera mano la pobreza campesina de Andalucía, Extremadura, Aragón, La Mancha y Castilla. La solución a esta situación que, en definitiva, sumía en la penuria al país, estaba para los ilustrados en la productividad de la sociedad y en la actividad económica, especialmente la agrícola.
Los ilustrados consideraban necesario difundir los conocimientos requeridos para conseguir una mejor productividad a través de la enseñanza gratuita y homogénea en escuelas y universidades dirigidas por el Estado, pero, además, utilizaron otros medios como la prensa, la literatura y las Sociedades de Amigos del País.
Pedro Rodríguez de Campomanes fue el responsable de impulsar reformas económicas como la liberalización del comercio de granos, el fomento de la pequeña propiedad agrícola, la supresión de algunos privilegios de la Mesta, la introducción de mejoras técnicas en la agricultura y la educación de los campesinos. Además, fomentó la creación por todo el país de una red de Sociedades Económicas para la divulgación de conocimientos útiles y de la iniciativa empresarial.
Las Sociedades Económicas de Amigos del País
Los ilustrados fomentaron la divulgación de conocimientos a través de tertulias que se fueron constituyendo como academias locales en las capitales de provincia y en las ciudades más importantes y que se denominaron Sociedades Económicas de Amigos del País.
Estas Sociedades, cuya creación fue impulsada por el Conde de Campomanes a través de una circular del 18 de noviembre de 1774 en la que invitaba a las autoridades locales a fundarlas tomando como ejemplo las de Berna, Dublín y la Vascongada, agruparon a una minoría selecta de la nación y su actividad se centró sobre todo en la agricultura, la industria y el comercio.
Los trabajos de las Sociedades, pese a la diversidad de las regiones en las que se encontraban, se parecían mucho entre sí, y tenían como preocupación central la agricultura que inspira un gran número de investigaciones y memorias. La mayor parte de estas memorias abordaban la necesidad del riego, la introducción de nuevos cultivos y la mejora de las técnicas agrarias realizadas por estas Sociedades estaban basadas en obras extranjeras.
La principal actividad económica en España en el siglo XVIII era la agricultura. De hecho, la mayor parte de la población activa era agrícola y además, gran parte de la nobleza y del clero vivían del arrendamiento de las tierras, de la venta directa de los productos agrarios y de los impuestos que gravaban la producción agraria.
En el siglo XVIII, España experimentó un cierto progreso económico, aunque no logró alcanzar la revolución agrícola e industrial esperada por los ilustrados y que consiguieron otros países como Inglaterra.
La industria española en el siglo XVIII se reducía a algunos centros ligados a la producción de armamento y a las manufacturas reales, excepto en Cataluña, donde se asentaron fábricas de indianas, de telas de seda y lanas, molinos de papel y fábricas de vidrio blanco.
En general, las manufacturas durante este siglo eran locales y con una clientela cercana. Las industrias más habituales estaban dedicadas a la lana, el lino, la loza, el hierro y el cobre, aunque las más importantes eran las textiles.
Durante el reinado de Carlos III la introducción del algodón renovó la industria textil, cuya producción aumentó, sobre todo en Barcelona, gracias a la demanda de mantillas y ropas finas. Además, la moda de los papeles pintados y la actividad periodística fomentaron la industria papelera, mientras que la industria extractiva (hierro, plomo y hulla) pasó por grandes dificultades.
En la industria agroalimentaria, la elaboración de aguardiente fue la principal producción, especialmente en Cataluña y Valencia, desde donde se exportaba a otros países.
El proteccionismo marcó la política comercial de los Borbones, que hasta mediados de siglo sólo concedieron la posibilidad de intercambiar productos con las Indias a algunas compañías privilegiadas.
El déficit comercial español creció por la necesidad de importar productos manufacturados como tejidos, cueros y relojes, algunos alimentos como el pescado y minerales como el plomo y el estaño y se acentuó con los resultados de algunas contiendas, que dejaron al país a merced de los envíos ingleses. Las exportaciones españolas eran, fundamentalmente, metales preciosos como la plata y materias primas sin transformar como la lana y la seda, así como aditivos naturales para la industria textil como el índigo y la cochinilla.
El comercio exterior fue favorable para las regiones con puerto a partir de la apertura del comercio con las Indias, a donde se enviaba aceite, harina de trigo, vino y aguardiente. El florecimiento del comercio en las ciudades del litoral contribuyó a acentuar el contraste de las regiones interiores con las periféricas, pese a los esfuerzos de los políticos ilustrados por generalizar el desarrollo del comercio y de la agricultura.
La prensa española en el siglo XVIII
La prensa y el pensamiento ilustrado son un binomio inseparable en el siglo XVIII. Por un lado, las Sociedades Económicas de Amigos del País y personas vinculadas con la Ilustración fomentaron la realización de publicaciones periódicas, y por otro, las ideas de la Ilustración encontraron el vehículo perfecto para su difusión en los periódicos.
Los periódicos dieciochescos fueron, en su mayoría, propiedad de escritores ilustrados, que divulgaron sus ideas a través de sus páginas. En ellas exaltaron, por encima de todo, la importancia de la economía como instrumento para obtener el bienestar y el progreso de la población.
Por ello, gran parte de los artículos de estas publicaciones versaban sobre el comercio, la industria, las finanzas y la agricultura, la principal actividad económica del país.
A través de estos artículos, los ilustrados fomentaron el cultivo de materias primas para la industria, difundieron las nuevas técnicas de cultivo y la importancia de la sanidad animal, así como los métodos de transformación de productos. También apostaron por revalorizar la profesión de agricultor, a través de su formación.
Memorias instructivas y curiosas
El archivero de la Real Junta General de Comercio, Moneda y Minas, Miguel Gerónimo Suárez fundó las Memorias instructivas y curiosas, que se publicaron entre 1778 y 1786 con el impulso de la Sociedad Económica Madrileña, de la que su propietario fue miembro.
Las Memorias, impresas por Pedro Marín, se publicaban los martes de cada semana y aparecían acompañadas de láminas con figuras que ilustraban los escritos del periódico. Cada número o “Memoria” correspondía a un artículo y disponía de 28 páginas tamaño 16,8x10 centímetros y una lámina de dibujos con el doble del tamaño de la publicación, doblada en su interior. Los escritos amplios se publicaban por partes en números sucesivos.
Estos artículos eran, principalmente, extractos de los publicados por las Academias extranjeras, sobre todo de la francesa en el Diario Económico francés. Las “Memorias” versaron, principalmente, sobre la agricultura, la materia más estudiada por las Sociedades Económicas y por las Academias de otros países.
Semanario Económico
El Semanario Económico fue un hebdomadario (periódico semanal) de 20 páginas de tamaño cuartilla a una columna, que comenzó a publicarse el 11 de abril de 1765 en la imprenta de Andrés Ramírez (calle de San Pedro Mártir en Madrid).
La vida de este semanario se prolongó hasta la muerte de su creador, Pedro Araus, en 1767, aunque, diez años después, Juan Viceu recuperó la cabecera. En esta nueva etapa, en la que el impresor fue Pantaleón Aznar de la Carrera San Jerónimo de Madrid, la publicación mantuvo el estilo de su predecesora e incluso persiguió sus mismos objetivos. Sin embargo, el proyecto fracasó en menos de un año, ya que sólo se imprimió entre el 16 de octubre de 1777 y el 28 de junio del año siguiente.
El objetivo inicial de esta obra fue el desentrañar las causas de la decadencia de España, según explica su fundador, Pedro Araus, en “Al lector”, publicado en el primer número del Semanario Económico.
Para Araus, si la nación quería florecer debería fomentar el desarrollo de la agricultura y conseguir así también el de la industria. Según este pensador, el comercio, además, sólo podría existir si el país contaba con el adecuado desarrollo de su sector agrícola e industrial, ya que, de lo contrario, siempre dependería de otros estados.
El Semanario Económico reclamó también una mayor atención por parte de los científicos a las ciencias agrarias y criticó la “errada máxima” de los sabios que inducían a los estudiantes a perderse en abstracciones, en lugar de llegar a la práctica. En opinión de Araus:
“mientras nuestros estudiosos y aplicados no se dediquen seriamente a emplear con tesón sus talentos en materias útiles a la Sociedad, pocos adelantamientos harán a la Agricultura y a las Artes”.
Por este motivo, el Semanario Económico tenía como función principal llenar el vacío de conocimientos científico-prácticos que existía en España, difundiendo estudios que facilitaran el trabajo de los artesanos y de los labradores. De ahí que, a lo largo de sus trece años de vida, este tipo de artículos, extraídos de otras publicaciones europeas en la mayor parte de los casos, fueran los más numerosos.
El periódico publicó numerosos artículos sobre agricultura, ganadería e industria agroalimentaria y sobre otras áreas de conocimiento, que estructuró en las siguientes secciones:
“De Agricultura” con artículos sobre cultivos y producciones agrícolas.
“Artes”, en la que incluía subsecciones sin carácter fijo, entre las que se encontraban “Alfarería”, “Pedrería”, “Esmaltado”, “Latonería” y “Tinte”, entre otras.
“Noticias Literarias” en la que detallaba y comentaba las novedades bibliográficas, entre las que habitualmente aparecían referencias de libros sobre agricultura, como El Agrónomo: Diccionario Portátil del Labrador, que contiene todos los conocimientos para gobernar los bienes del Campo ….
En esta sección, el autor incluyó también “Noticias de Comercio” extraídas del Diccionario de Chomel.
“Carta con dudas”: El periódico también quiso contar con la participación del lector y a partir de su número 188 publicó la primera “Carta con dudas”, con la que inauguró un consultorio, al que los interesados dirigían preguntas que el periódico respondía.
Los artículos sobre agricultura del Semanario Económico abordaron principalmente la necesidad de mejorar la fertilidad del suelo, extender el cultivo del trigo, promover la ganadería estabulada y mejorar los medios de producción. Estos temas eran también tratados habitualmente por casi todos los periódicos de la época. Sin embargo, el Semanario Económico abordó además los siguientes asuntos:
• Cultivos rentables. La publicación incluyó tratados sobre cultivos de los que se podían obtener una gran rentabilidad, ya que estaban destinados principalmente a la exportación como el azafrán o a la venta para la industria como la caña de azúcar.
• Instrumentos de labranza. La falta de renovación de los instrumentos utilizados en el campo fue objeto de diversos artículos como “La Carestía de España y sus remedios”, en el que detallaba los instrumentos y métodos de arados desfasados que aún se utilizaban en España para la labranza.
Además de los artículos de economía agraria o de divulgación de conocimientos científicos, el Semanario Económico dedicó distintos escritos a la economía doméstica, en los que ofrecía consejos para la conservación de alimentos y para la elaboración de productos. Ofreció incluso recetas para elaborar platos como el dulce de castañas o bizcochos de Génova.
A través de estos artículos, el Semanario Económico fomentó también los pequeños cultivos de fácil manejo con los que los agricultores podrían autoabastecerse y evitar así las tan habituales hambrunas del campesinado.
A continuación les expongo unas pocas páginas de las Memorias instructivas y curiosas, para que se hagan una idea de lo que pueden encontrar en ellas, subrayando sin embargo que al ser paginas sueltas no dan una visión de conjunto de los temas tratados. A los interesados les recomiendo descargar de los enlaces indicados más abajo los textos completos.
Les aconsejo ampliar las imágenes pulsando sobre ellas y una vez en el servidor utilizando el icono de la lupa en la parte superior de la imagen de muestra escoger tamaño grande u original, con el tamaño que me veo obligado a colocar aquí no es posible leerlas bien.
Veamos unas páginas del Semanario económico compuesto de noticias practicas curiosas y eruditas…de 1778 concretamente el Tomo IV escrito por Don Juan Biceu que como les indique tengo en mi biblioteca personal, rogándoles disculpen la mala calidad de las fotos, debidas sobre todo a las prisas, sin embargo creo les servirán para hacerse una idea al igual que las anteriores.
A continuación les dejo los enlaces a los tomos de Memorias instructivas, y curiosas sobre Agricultura, Comercio, Industria ... Escritas por Miguel Gerónimo Suárez y Núñez que he logrado localizar, casi todos son de Google Books y pueden verse en línea o descargarse en Pdf.
Volumen I ENLACE
Volumen II ENLACE
Volumen III ENLACE
Volumen IV ENLACE
Volumen V ENLACE
Volumen VI ENLACE
Otro enlace para el tomo VI ENLACE
Volumen VII ENLACE
Volumen VIII ENLACE
Volumen IX ENLACE
De los Semanarios Económicos de Don Pedro Arauz no he logrado localizar nada por el momento.
Saludos.
Me he basado para ello en tres fuentes principales:
La primera una magnifica Tesis Doctoral:
LA INFORMACIÓN AGRARIA EN ESPAÑA.DESDE SUS ORÍGENES HASTA LA AGENDA 2000. MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Yanet Acosta Meneses Bajo la dirección de la doctora: María Dolores Saiz Madrid, 2007 ENLACE
La segunda “Memorias instructivas, y curiosas sobre agricultura, comercio, industria, economiá, chymica, botanica, historia natural, &c. Sacadas de las obras que hasta hoy han publicado varios autores extranjeros” recopiladas por Miguel Gerónimo Suárez y editadas entre los años 1778 y 1786 de la cual les dejare más adelante los enlaces a los tomos que he podido encontrar en línea.
La tercera dos tomos de mi biblioteca personal (en papel se entiende) “Semanario económico, compuesto de noticias prácticas, curiosas y eruditas de todas las ciencias, artes y oficios, traducido y extractado de las Actas, Bibliotecas, Observaciones, Efemérides, Relaciones, Misceláneas, Diarios, Enciclopedias, Historias, Memorias, y Disertaciones de las Academias de Europa y de muchos otros autores de fama: franceses, ingleses, italianos, alemanes etc.” Recopiladas por Don Pedro Arauz y a su muerte por Don Juan Biceu editados entre los años 1765 y 1778.
Comenzare por una introducción general muy resumida al panorama económico, técnico y comercial español del siglo XVIII, extractada de la primera fuente indicada. Posteriormente les presentare algunas páginas de muestra de las fuentes segunda y tercera.
La Ilustración fue una corriente cultural basada en la razón y en el avance de la ciencia y de la técnica que se extendió por toda Europa y gracias a la que se promovió el cambio de la sociedad estamental a la de clases.
El movimiento ilustrado entró en España con los Borbones y el objetivo de sus seguidores era el regenerar el país. Entre sus principales apuestas se encontraba la de aumentar la productividad agrícola para conseguir el progreso económico, para lo que era necesario difundir la instrucción práctica y la enseñanza de ciencias útiles.
La situación económica del pueblo llano era en general miserable, los menús humildes distaban mucho de la abundancia que exhibían los de reyes y nobles. Según Lorenzo Díaz, esta era la dieta habitual:
“un desayuno de pan fresco, después de lo cual el pan sobrante y otros ingredientes se guisaban en un puchero. Frío o caliente, dependiendo del precio del carbón, este puchero constituía tanto la comida como la cena”.
La precariedad y la miseria eran las notas dominantes de la mayor parte de la sociedad española, lo que preocupó a los ilustrados, grandes aficionados a los viajes, gracias a los que vieron de primera mano la pobreza campesina de Andalucía, Extremadura, Aragón, La Mancha y Castilla. La solución a esta situación que, en definitiva, sumía en la penuria al país, estaba para los ilustrados en la productividad de la sociedad y en la actividad económica, especialmente la agrícola.
Los ilustrados consideraban necesario difundir los conocimientos requeridos para conseguir una mejor productividad a través de la enseñanza gratuita y homogénea en escuelas y universidades dirigidas por el Estado, pero, además, utilizaron otros medios como la prensa, la literatura y las Sociedades de Amigos del País.
Pedro Rodríguez de Campomanes fue el responsable de impulsar reformas económicas como la liberalización del comercio de granos, el fomento de la pequeña propiedad agrícola, la supresión de algunos privilegios de la Mesta, la introducción de mejoras técnicas en la agricultura y la educación de los campesinos. Además, fomentó la creación por todo el país de una red de Sociedades Económicas para la divulgación de conocimientos útiles y de la iniciativa empresarial.
Las Sociedades Económicas de Amigos del País
Los ilustrados fomentaron la divulgación de conocimientos a través de tertulias que se fueron constituyendo como academias locales en las capitales de provincia y en las ciudades más importantes y que se denominaron Sociedades Económicas de Amigos del País.
Estas Sociedades, cuya creación fue impulsada por el Conde de Campomanes a través de una circular del 18 de noviembre de 1774 en la que invitaba a las autoridades locales a fundarlas tomando como ejemplo las de Berna, Dublín y la Vascongada, agruparon a una minoría selecta de la nación y su actividad se centró sobre todo en la agricultura, la industria y el comercio.
Los trabajos de las Sociedades, pese a la diversidad de las regiones en las que se encontraban, se parecían mucho entre sí, y tenían como preocupación central la agricultura que inspira un gran número de investigaciones y memorias. La mayor parte de estas memorias abordaban la necesidad del riego, la introducción de nuevos cultivos y la mejora de las técnicas agrarias realizadas por estas Sociedades estaban basadas en obras extranjeras.
La principal actividad económica en España en el siglo XVIII era la agricultura. De hecho, la mayor parte de la población activa era agrícola y además, gran parte de la nobleza y del clero vivían del arrendamiento de las tierras, de la venta directa de los productos agrarios y de los impuestos que gravaban la producción agraria.
En el siglo XVIII, España experimentó un cierto progreso económico, aunque no logró alcanzar la revolución agrícola e industrial esperada por los ilustrados y que consiguieron otros países como Inglaterra.
La industria española en el siglo XVIII se reducía a algunos centros ligados a la producción de armamento y a las manufacturas reales, excepto en Cataluña, donde se asentaron fábricas de indianas, de telas de seda y lanas, molinos de papel y fábricas de vidrio blanco.
En general, las manufacturas durante este siglo eran locales y con una clientela cercana. Las industrias más habituales estaban dedicadas a la lana, el lino, la loza, el hierro y el cobre, aunque las más importantes eran las textiles.
Durante el reinado de Carlos III la introducción del algodón renovó la industria textil, cuya producción aumentó, sobre todo en Barcelona, gracias a la demanda de mantillas y ropas finas. Además, la moda de los papeles pintados y la actividad periodística fomentaron la industria papelera, mientras que la industria extractiva (hierro, plomo y hulla) pasó por grandes dificultades.
En la industria agroalimentaria, la elaboración de aguardiente fue la principal producción, especialmente en Cataluña y Valencia, desde donde se exportaba a otros países.
El proteccionismo marcó la política comercial de los Borbones, que hasta mediados de siglo sólo concedieron la posibilidad de intercambiar productos con las Indias a algunas compañías privilegiadas.
El déficit comercial español creció por la necesidad de importar productos manufacturados como tejidos, cueros y relojes, algunos alimentos como el pescado y minerales como el plomo y el estaño y se acentuó con los resultados de algunas contiendas, que dejaron al país a merced de los envíos ingleses. Las exportaciones españolas eran, fundamentalmente, metales preciosos como la plata y materias primas sin transformar como la lana y la seda, así como aditivos naturales para la industria textil como el índigo y la cochinilla.
El comercio exterior fue favorable para las regiones con puerto a partir de la apertura del comercio con las Indias, a donde se enviaba aceite, harina de trigo, vino y aguardiente. El florecimiento del comercio en las ciudades del litoral contribuyó a acentuar el contraste de las regiones interiores con las periféricas, pese a los esfuerzos de los políticos ilustrados por generalizar el desarrollo del comercio y de la agricultura.
La prensa española en el siglo XVIII
La prensa y el pensamiento ilustrado son un binomio inseparable en el siglo XVIII. Por un lado, las Sociedades Económicas de Amigos del País y personas vinculadas con la Ilustración fomentaron la realización de publicaciones periódicas, y por otro, las ideas de la Ilustración encontraron el vehículo perfecto para su difusión en los periódicos.
Los periódicos dieciochescos fueron, en su mayoría, propiedad de escritores ilustrados, que divulgaron sus ideas a través de sus páginas. En ellas exaltaron, por encima de todo, la importancia de la economía como instrumento para obtener el bienestar y el progreso de la población.
Por ello, gran parte de los artículos de estas publicaciones versaban sobre el comercio, la industria, las finanzas y la agricultura, la principal actividad económica del país.
A través de estos artículos, los ilustrados fomentaron el cultivo de materias primas para la industria, difundieron las nuevas técnicas de cultivo y la importancia de la sanidad animal, así como los métodos de transformación de productos. También apostaron por revalorizar la profesión de agricultor, a través de su formación.
Memorias instructivas y curiosas
El archivero de la Real Junta General de Comercio, Moneda y Minas, Miguel Gerónimo Suárez fundó las Memorias instructivas y curiosas, que se publicaron entre 1778 y 1786 con el impulso de la Sociedad Económica Madrileña, de la que su propietario fue miembro.
Las Memorias, impresas por Pedro Marín, se publicaban los martes de cada semana y aparecían acompañadas de láminas con figuras que ilustraban los escritos del periódico. Cada número o “Memoria” correspondía a un artículo y disponía de 28 páginas tamaño 16,8x10 centímetros y una lámina de dibujos con el doble del tamaño de la publicación, doblada en su interior. Los escritos amplios se publicaban por partes en números sucesivos.
Estos artículos eran, principalmente, extractos de los publicados por las Academias extranjeras, sobre todo de la francesa en el Diario Económico francés. Las “Memorias” versaron, principalmente, sobre la agricultura, la materia más estudiada por las Sociedades Económicas y por las Academias de otros países.
Semanario Económico
El Semanario Económico fue un hebdomadario (periódico semanal) de 20 páginas de tamaño cuartilla a una columna, que comenzó a publicarse el 11 de abril de 1765 en la imprenta de Andrés Ramírez (calle de San Pedro Mártir en Madrid).
La vida de este semanario se prolongó hasta la muerte de su creador, Pedro Araus, en 1767, aunque, diez años después, Juan Viceu recuperó la cabecera. En esta nueva etapa, en la que el impresor fue Pantaleón Aznar de la Carrera San Jerónimo de Madrid, la publicación mantuvo el estilo de su predecesora e incluso persiguió sus mismos objetivos. Sin embargo, el proyecto fracasó en menos de un año, ya que sólo se imprimió entre el 16 de octubre de 1777 y el 28 de junio del año siguiente.
El objetivo inicial de esta obra fue el desentrañar las causas de la decadencia de España, según explica su fundador, Pedro Araus, en “Al lector”, publicado en el primer número del Semanario Económico.
Para Araus, si la nación quería florecer debería fomentar el desarrollo de la agricultura y conseguir así también el de la industria. Según este pensador, el comercio, además, sólo podría existir si el país contaba con el adecuado desarrollo de su sector agrícola e industrial, ya que, de lo contrario, siempre dependería de otros estados.
El Semanario Económico reclamó también una mayor atención por parte de los científicos a las ciencias agrarias y criticó la “errada máxima” de los sabios que inducían a los estudiantes a perderse en abstracciones, en lugar de llegar a la práctica. En opinión de Araus:
“mientras nuestros estudiosos y aplicados no se dediquen seriamente a emplear con tesón sus talentos en materias útiles a la Sociedad, pocos adelantamientos harán a la Agricultura y a las Artes”.
Por este motivo, el Semanario Económico tenía como función principal llenar el vacío de conocimientos científico-prácticos que existía en España, difundiendo estudios que facilitaran el trabajo de los artesanos y de los labradores. De ahí que, a lo largo de sus trece años de vida, este tipo de artículos, extraídos de otras publicaciones europeas en la mayor parte de los casos, fueran los más numerosos.
El periódico publicó numerosos artículos sobre agricultura, ganadería e industria agroalimentaria y sobre otras áreas de conocimiento, que estructuró en las siguientes secciones:
“De Agricultura” con artículos sobre cultivos y producciones agrícolas.
“Artes”, en la que incluía subsecciones sin carácter fijo, entre las que se encontraban “Alfarería”, “Pedrería”, “Esmaltado”, “Latonería” y “Tinte”, entre otras.
“Noticias Literarias” en la que detallaba y comentaba las novedades bibliográficas, entre las que habitualmente aparecían referencias de libros sobre agricultura, como El Agrónomo: Diccionario Portátil del Labrador, que contiene todos los conocimientos para gobernar los bienes del Campo ….
En esta sección, el autor incluyó también “Noticias de Comercio” extraídas del Diccionario de Chomel.
“Carta con dudas”: El periódico también quiso contar con la participación del lector y a partir de su número 188 publicó la primera “Carta con dudas”, con la que inauguró un consultorio, al que los interesados dirigían preguntas que el periódico respondía.
Los artículos sobre agricultura del Semanario Económico abordaron principalmente la necesidad de mejorar la fertilidad del suelo, extender el cultivo del trigo, promover la ganadería estabulada y mejorar los medios de producción. Estos temas eran también tratados habitualmente por casi todos los periódicos de la época. Sin embargo, el Semanario Económico abordó además los siguientes asuntos:
• Cultivos rentables. La publicación incluyó tratados sobre cultivos de los que se podían obtener una gran rentabilidad, ya que estaban destinados principalmente a la exportación como el azafrán o a la venta para la industria como la caña de azúcar.
• Instrumentos de labranza. La falta de renovación de los instrumentos utilizados en el campo fue objeto de diversos artículos como “La Carestía de España y sus remedios”, en el que detallaba los instrumentos y métodos de arados desfasados que aún se utilizaban en España para la labranza.
Además de los artículos de economía agraria o de divulgación de conocimientos científicos, el Semanario Económico dedicó distintos escritos a la economía doméstica, en los que ofrecía consejos para la conservación de alimentos y para la elaboración de productos. Ofreció incluso recetas para elaborar platos como el dulce de castañas o bizcochos de Génova.
A través de estos artículos, el Semanario Económico fomentó también los pequeños cultivos de fácil manejo con los que los agricultores podrían autoabastecerse y evitar así las tan habituales hambrunas del campesinado.
A continuación les expongo unas pocas páginas de las Memorias instructivas y curiosas, para que se hagan una idea de lo que pueden encontrar en ellas, subrayando sin embargo que al ser paginas sueltas no dan una visión de conjunto de los temas tratados. A los interesados les recomiendo descargar de los enlaces indicados más abajo los textos completos.
Les aconsejo ampliar las imágenes pulsando sobre ellas y una vez en el servidor utilizando el icono de la lupa en la parte superior de la imagen de muestra escoger tamaño grande u original, con el tamaño que me veo obligado a colocar aquí no es posible leerlas bien.
Veamos unas páginas del Semanario económico compuesto de noticias practicas curiosas y eruditas…de 1778 concretamente el Tomo IV escrito por Don Juan Biceu que como les indique tengo en mi biblioteca personal, rogándoles disculpen la mala calidad de las fotos, debidas sobre todo a las prisas, sin embargo creo les servirán para hacerse una idea al igual que las anteriores.
A continuación les dejo los enlaces a los tomos de Memorias instructivas, y curiosas sobre Agricultura, Comercio, Industria ... Escritas por Miguel Gerónimo Suárez y Núñez que he logrado localizar, casi todos son de Google Books y pueden verse en línea o descargarse en Pdf.
Volumen I ENLACE
Volumen II ENLACE
Volumen III ENLACE
Volumen IV ENLACE
Volumen V ENLACE
Volumen VI ENLACE
Otro enlace para el tomo VI ENLACE
Volumen VII ENLACE
Volumen VIII ENLACE
Volumen IX ENLACE
De los Semanarios Económicos de Don Pedro Arauz no he logrado localizar nada por el momento.
Saludos.
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